Una
de las primeras cuestiones que un (directivo) podría hacer para mejorar la comunicación
es simplificar el lenguaje de sus mensajes.
Resulta
claro que lo que se considere sencillo variará en función de la audiencia.
La
simplificación tal vez implique eliminar los términos que no sean familiares
para todos los miembros (¿cómo saberlo, especialmente si el público sólo tiene
un vocabulario de 400 palabras en “neohabla”…?)
Tal
vez también requiera seleccionar expresiones más breves y activas, así como
oraciones mas cortas.
(Por
eso, atención), quizás la mejor clave para detectar el lenguaje complicado y pasivo
sea el uso abundante de preposiciones.
Cuanto
más preposiciones haya en (su) enunciado, más probable será simplificar el
lenguaje y (emitir un) mensaje de un modo más directo(1).
(Por
otra parte) los ejecutivos se quejan en forma consistente de las deficiencias
que tienen los nuevos gerentes para escribir.
Sus
quejas no se refieren tan sólo a faltas de ortografía o a errores gramaticales,
que por supuesto habría que eliminar, sino a la falta de procesos de
pensamiento lógico.
Como
administrador, es probable que (su) lector deba escribir más informes y memorandos
de los que le gustaría, y la eficacia de dichas comunicaciones escritas tendrán
(eventualmente) un efecto importante (en su trabajo) y en su carrera.
En
consecuencia, para ser un administrador eficaz hay que desarrollar buenas destrezas
de escritura.
Al
respecto, nada sustituye a la práctica(2).
(Asimismo,
si debe realizar) presentaciones orales, (considere que las mismas) se
califican de acuerdo con dos características (principales): su contenido y su exposición.
El
contenido se refiere a la calidad, cantidad, exactitud y elaboración apropiada
de los análisis presentados, incluyendo aspectos como la fluidez lógica a
través de la presentación, la cobertura de aspectos importantes, el uso de
recomendaciones específicas evitando generalidades, la ausencia de errores y la
viabilidad de la recomendación.
La
exposición incluye aspectos como la atención de la audiencia, la claridad de
los apoyos visuales, la vestimenta adecuada, la capacidad de persuasión de los
argumentos, el tono de la voz, el contacto visual y la postura.
(…)
La exposición oral se inicia al presentarse (a uno mismo) y (cuando luego se) proporciona
una descripción clara de los temas a cubrir.
Al
inicio (…) se recomienda (intentar) captar el interés y la atención de la audiencia.
Esto
se logra (…) contando una pequeña historia interesante (…) o compartiendo una
experiencia. (…) Una introducción
“ligera” o cómica puede ser eficaz…
Una
velocidad adecuada al hablar permite la emisión de 100 a 125 palabras por minuto,
por lo que es necesario practicar la presentación en voz alta para determinar
si se habla demasiado rápido, lo que sucede comúnmente cuando una persona está
nerviosa, (y también para medir la duración del discurso).
(Se
debe) respirar profundamente antes y durante la presentación para disminuir su
velocidad al hablar.
Es
conveniente tener disponible un vaso con agua, pues el hacer una pausa para beber
humedece la garganta, proporciona tiempo para organizar las (siguientes) ideas
controla el nerviosismo, reduce la velocidad al hablar, e indica a la audiencia
(que habitualmente sigue) un cambio de tema.
Se
debe evitar hablar con voz monótona, destacando diferentes palabras y oraciones
en voz alta y clara, pero sin gritar.
(No hay inconveniente en mover el cuerpo y los brazos, pero debe ser de
forma moderada).
El
silencio es eficaz para romper con una voz monótona.
Es
necesario detenerse al final de cada oración en vez de unir una con la siguiente.
Un
expositor no debe cruzar los brazos, recargarse en el atril, meter las manos en
los bolsillos ni colocarlas tras la espalda, sino mantener una postura recta
con un pie ligeramente por delante del otro(3).
(Los comentarios entre paréntesis y las
siguientes notas, son nuestros y no pertenecen a los textos citados.)
(1) Señalamos
este postulado porque nos parece oportuno para trabajos académicos, aunque lo que
empíricamente se puede constatar es que, para esas actividades, difícilmente
los educandos los usan, especialmente si no están ya incluidos en un documento
tomado “cut y paste”, porque hay una enorme mayoría que no lee y no maneja el
idioma, “neohabla”(5), lo que nos relcuerda la teoría de que “el habla
estructura el pensamiento”(4)y(6).
Por otro lado (preposición),
las mismas son conectores imprescindibles para connotar afirmaciones en cuentos
y novelas, y probablemente, sobreabundan en los nuestros, así que NO los rechazamos.
(2)
Hitt Michael A, Black J. Stewart y Porter Lyman W, “Administración”, Pearson,
México 2006, Pág. 509.
(3) David
Fred R., “Conceptos de Administración Estratégica”, Pearson, México 2003, pág.
XXVI y XXVII.
(4) Piaget, Jean, “El Estructuralismo”, Colección Historia
del Pensamiento, Vol. 85, Hyspamérica Ed. Argentina SA, Buenos Aires, Vol. 85,
Pág. 74: …si bien el lenguaje procede de una inteligencia parcialmente
estructurada, aquél, a su vez, estructura a ésta y aquí empiezan los verdaderos
problemas…”,
(5) Orwell, George,
“1984”, Ed. G. Kraft, Buenos Aires, 1953, “neohabla” es un lenguaje apócrifo e imaginario,
incluyéndose al final de la obra un falso instructivo titulado “Los principios
de la neolengua”, que no es más que una versión extremadamente simplificada del
inglés, idea que se pierde bastante con la traducción al castellano.
En esta metáfora, el
vocabulario se reduce al mínimo, hasta el punto que palabras como malo se
convierten en “nobueno” (lo contrario de bueno o “sibueno”), y terrible pasa a “doblemásnobueno”
(“más que malo” o “masmasmalo”), así que, un buen hablante de neohabla es aquel
que usa la menor variedad de palabras para expresar una idea, la que, por lo
tanto, sólo puede ser algo simple.
Algo parecido al lenguaje del chat.
(6) Vigotsky, Lev, "Pensamiento y
lenguaje"(1934), Ed. Surcos, España, 2010, Capítulo 7, hace allí un análisis y crítica, sosteniendo que ambas
capacidades mentales están muy relacionadas, así como de la influencia del
lenguaje en otras capacidades cognitivas, apareciendo subsecuentemente que, …un
lenguaje “pobre”, un pensamiento...
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